sábado, 5 de julio de 2014

En pie de guerra. Estrategia para destruir el pecado

¿Cansado, aturdido, harto de equivocarte siempre en lo mismo?
Qué es lo que se necesita para dejar de ser la presa fácil de nuestra propia carne, para no ser tan tonto de cometer el mismo pecado una y otra vez. 
La primera vez que cometiste ese pecado y decidiste cambiar de seguro te sentías el rey del mundo, eras un soldado en plena guerra peleando por su vida, aquella que juraste quitarle al mismo infierno. Pero, ahora que volviste a cometer el mismo error, y no solo 1 vez más, si no 2, 3, 4... ¿qué eres, un peón de juego? ¿una persona manipulada por su propia carne? Pues sí, conoce la verdad, no es el diablo quien te hace pecar una y otra vez, eres tú, porque eres quien decide ir y hacerlo. Eres quien decide seguir atado a esas adicciones, que no solo pueden ser la droga o el alcoholismo sino también el sexo, la pornografía, las mentiras, el robo o la flojera... Entérate, eres tú aquel causante de sus propias adicciones, aquellas que sabes están mal pero no quieres aceptar que te están destruyendo la vida, y te están quitando la autoridad para ser quien Dios dijo que debes ser, quien tú quieres ser.

Perdona si fui muy dura, pero creo que aunque la realidad puede ser muy cruel, más cruel es nunca conocerla. Sin embargo, "a los que aman a Dios todas las cosas les ayuda a bien, y esto es conforme a su propósito fueron llamados" (Romanos 8:28)... Esto quiere decir, que aún tu misma situación tan terrible se convertirá en una  gran oportunidad para hacer algo bueno, pero dependerá de ti, porque recuerda, eres TÚ quien decide.

Hay dos cosas terribles en la vida de un cristiano, primero no sentir remordimiento, y segundo ser tan cobarde de ocultar tu pecado. ¿En cuál estás tú? Nadie sabe que estás leyendo esto, así que es hora de ser sincero contigo y con Dios. Deja de ver cómo te pudres en tu pecado. Ya basta de poner excusas tontas como: "la carne de débil" "soy hombre y no puedo controlarme" "soy mujer y no es algo que pueda afectarme mucho" "sólo fue una vez más" "no llegue a mucho" ¡Ya basta!
El pecado es pecado. La carne no es débil, quien es débil es tu espíritu porque no eres capaz de fortalecerlo para que le diga a tu "carne" ¡conmigo no jugarás!
Que seas hombre no significa que no puedas controlarte, recuerda, Jehová dijo que nos dio poder, amor y dominio propio, así que lo lamento pero tu excusa es inválida.
Que seas mujer no significa que no puedas caer en el mismo pecado o que no vayas a tener el mismo final fatal.
¿Solo fue una vez más? Quizás es cierto, pero ella que se puede convertir en solo fueron dos, solo fueron tres... y así hasta que te des cuenta que ya estás en el hoyo.
¿No llegaste a mucho? ¡Te cuento! eso ya es pecado, porque Dios siempre mira primero tú corazón. 
Me alegra a ver destruido las excusas tontas. Ahora vamos el siguiente punto: ¿Qué hacer?

1.      Pide perdón. Si no sientes remordimiento, pide perdón. Si no tienes ganas de hablar con Dios o tienes vergüenza, comienza pidiendo perdón. Si tenías esas excusas en la cabeza, solo arrodíllate y pide perdón.

2.      Ora, alaba y ayuna. Aún cuando no tengas ganas de hacerlo, ¡hazlo! no estoy diciéndote "si en tu corazón está… hazlo..." Te estoy diciendo: ¡hazlo!. No pierdas tiempo. Deja todo, arrodíllate, llora, adórale. Agenda unos días a la semana para cantarle a Dios y hacer ayuno. Estas son las tres armas que vencen el pecado.

3.      Si aún llegan pensamientos a tu mente que no son de bendición recuerda esta frase "No puedo evitar que las palomas vuelen alrededor de mi cabeza, pero sí puedo evitar que se posen sobre ella" No puedes evitar tener esos pensamientos, porque muchas veces llegan de la nada, pero puedes evitar tenerlos más de 3 segundos en tu cabeza, porque eres tú quien decide.
  
4.      Dile a tu alma: “alma mía bendice a Jehová y bendiga todo mi ser su santo nombre” En todo lo que hagas pregúntate si eso honra a Dios.

5.      Encuentra la raíz de tu problema. Cada pecado cometido muchas veces tiene una raíz que no percibimos, es tu trabajo encontrarla. Puede ser evitando lugares que no te incentivan a cometer el mismo pecado, puede ser evitando horas determinadas al día o evitando estar en ciertas situaciones. Eso depende de ti, por ello te recomiendo darte tiempo para pensar y tener a la mano una hoja para escribir todo aquello que crees te está dañando. Luego decide lo que harás para destruirlo.

6.      Recuerda que al haber cometiendo de nuevo el mismo pecado no perdiste la guerra, sólo fue una batalla. El día que te rindas habrás perdido la guerra, pero eso depende de ti. Recuerda que tu lucha siempre estará. Mantente firme, en pié de guerra. Guarda los principios de Dios en tu corazón y ve a pelear. Defiende tu vida, pero sobre todo recuerda que el fin de esa guerra está dicho, tú ya ganaste, porque Jehová así lo dijo, sólo queda que tú lo creas. 

7.      Escribe una frase que te recuerde que estas en pié de guerra y llévala contigo siempre. Puedes usarlo como fondo de pantalla en tu celular o escribirlo en un papel y ponerlo en tu billetera, también puedes escribirlo en un cartel y pegarlo en tu cuarto, o si tiene más creatividad puedes hacer algo bonito y colocarlo en tu llavero. Pero haz algo que recuerde siempre tu guerra.


Algo que también debes saber, y es por eso que debo ser sincera contigo es que a cuando dejes de leer esto y vayas a enfrentarte de nuevo a tu realidad, la tentación será igual. Probablemente te sea muy difícil y hasta quizás llegues a cometer el mismo error. Que eso no te desmotive. Nunca dejes de arrodillarte, toma la decisión ya. Lee de nuevo tu "frase" y sigue esforzándote. 
La guerra se gana con estrategias, ya tienes una, ahora te toca ser disciplinado al aplicarla. No será fácil, pero Dios te dio poder, así que tampoco será imposible.  
Dejemos de ser fríos, podemos ser mejores.

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